viernes, 29 de octubre de 2010

"...y el pan será mañana".

"... y el pan será mañana"... así cierra este poema colectivo, nada más y nada menos. Una hermosa frase que contiene la esperanza proyectada y el compromiso necesario con la lucha permanente. Abrazos.

Te fuiste antes ayer del río
Me mirabas sonriente. Te jactabas de tu capacidad de amar.
¿Me amabas a mí o al hecho de pensar
que tenías la sublime capacidad de salirte de vos misma?
Yo creo que lo segundo. Tu ego. Egó-latra. Ego-ísmo. Ego-saurio.
Aunque les cueste creerlo: así de primitivo y ajeno a los demás.
Me fui de mi exterior y cambié para mejor.
Descubrí mi verdad y reciclé la maldad.
Porque pagan bien la tonelada y no es difícil encontrarla.
Redonda sale la changa.
Y el alivio, el respiro, la tarea,
y el pan será mañana.

miércoles, 13 de octubre de 2010

más allá de todo, era

Nueva entrega semanal de un cadáver exquisito (producción colectiva) que, como la existencia, es un entramado de hilos varios, invitándonos a "barrer las veredas de la oquedad".
Gracias a quienes van sumándose.

Tráfico de venenitos

Un cartel en la parada del 152 dice “se busca traficante”, y una foto mía…
El espejo me demostraba que existía. Prueba fidedigna de que, más allá de todo, era.
No era una idea, ni una abstracción, ni un sueño.
Allí estaba. Yo, mi cámara, mi collar, mi pelo.
Mi yo – triste o feliz. Mi yo jactado de ser (yo). Y vos jactándote de no ser yo.
¿A dónde te vas? ¿A dónde nos trajeron? ¿Qué es esto?
¡Basta ya! ¡Aléjense de mí! Opacan mi creatividad reprimiendo mi verdad.
Barrí las veredas de la oquedad porque siempre queda la esperanza de volver a seguir.

martes, 5 de octubre de 2010

"¿Dónde queda el olor del barrio revuelto?"

Tercera producción colectiva, cadáver exquisito, de esta serie que se empecina en buscar devoluciones/ comentarios/ intercambio de inspiraciones...

Manifestación maniatada

Un maní atado se manifiesta en contra de la condena de muerte en el zoológico, mientras el cuidador incendiaba una llama que se quedó sin crédito, sin nave, sin botella, sin recuerdo que no tirar al mar, sin banco que no dejar de habitar…
No habitaban la ciudad, ni el río, ni el mar. Habitaban cada corazón, cada recuerdo, cada memoria. En todos mis pasos, allá estaban los desaparecidos, que nunca desaparecen. Que vuelven pero no se sabe dónde.
¿Dónde queda el recuerdo? ¿Dónde queda el olor del barrio revuelto?
Hoy o mañana la respuesta, esa que no nos librará de preguntas.